Su hábitat natural son las proximidades de cursos de agua corriente limpia, y bien oxigenada, pantanos, y arrozales, donde ponen sus huevos fijados a las piedras y vegetación acuática. Posteriormente nacen las larvas que siguen haciendo su vida dentro del agua en algas y vegetación, hasta que realizan la muda a adulto. Son las hembras adultas de algunas de estas especies las que necesitan picar a personas y animales para chupar su sangre especialmente en la época de puesta de huevos. La picadura es realmente una mordedura, y aunque inyectan un anestésico vasodilatador en el momento de la mordedura, posteriormente se produce dolor y una fuerte irritación e inflamación, que puede incluso necesitar asistencia médica.
La reciente expansión de la plaga de moscas negras en zonas donde hace bastantes años que no se conocían viene provocada en muchos casos por la reciente recuperación y descontaminación de muchos cauces naturales de ríos y arroyos.
Desde finales de los años 90 se conocen casos de picaduras en algunas zonas urbanas de Cataluña, pero fue realmente a partir de 2003 y 2004 cuando la mosca negra inicia una importante expansión por la zona del Levante Español.
Los esfuerzos por erradicar la plaga no están dando grandes resultados y continúa en franca expansión por el Levante, centro, y algunas zonas del oeste de la península, hasta el punto, que además de los daños directos a la población, están afectando a las labores y cosechas de diversos cultivos ante la dificultad de los agricultores para permanecer en los campos agrícolas donde son atacados por una población elevada de moscas negras.
Incluso el incendio de junio de 2019 en Ribera d'Ebre, Tarragona, ha puesto el foco en la plaga de mosca negra de la zona, después de que los equipos de extinción se hayan tenido que embadurnar con crema contra las picaduras.