En los años siguientes, la endoterapia empezó a expandirse a Europa, con un enfoque significativo en países como Italia, donde se adoptaron e implementaron procedimientos más avanzados en el tratamiento urbano de árboles. En estas zonas urbanas, la necesidad de preservar la vegetación y minimizar el impacto ambiental llevó a que la endoterapia se convirtiera en una opción preferida. Esto se debe a su capacidad para tratar de manera sostenible, evitando la contaminación del suelo y el agua que puede causar la aplicación aérea de pesticidas.
Las ciudades europeas comenzaron a percibir los beneficios de la técnica no solo para el control de plagas, sino también para el fortalecimiento de la salud general de los árboles, así como para la mejora del entorno urbano. Con el tiempo, las normativas europeas también apoyaron esta práctica, estableciendo regulaciones que promovieron el uso responsable de productos químicos a través de la endoterapia.